Abres tanto el corazón que te comes el mundo,
mujer deseosa de ser amada;
todo tan incitante, tan nuevo, tan profundo,
como si al mago encontrado, en su magia quieres penetrar.
Pero aunque no lo hicieras, para ti ha de ser todo,
pequeño rey y mago que juegas a absorber cuanto miras en mi;
tu esencia está en ti mismo,
la magia que esparces recubre mi piel deseosa de ti.
Como águila en el vuelo, observas mis montañas
como el colibrí en las flores, bebes mi néctar
como el ciervo en la llanura; recorres mis estepas,
y tuyos los colores: rojo intenso de fuego, negro de noche oscura.
Arrancas de mis silencios el gemido,
murmullos de corrientes, rumores de arboledas;
haces brotar aroma a almendros , jazmines, y deseos
melodías los aires, azares las veredas.
El mundo en que ahora permanecemos,
a la espera y deseo de que extiendas la mano;
Será el punto dónde se conjuguen piel y alma
encuentro y entrega de lo que no siendo es tan sólo real.
