Cuando miro mi rostro en un espejo,
veo la esencia de un ser que vive, mira, escucha, y habla.
Cuando miro mis manos, veo mis dedos cual pinceles
listos para dibujar y pintar con la paleta de colores la vida.
Cuando miro mis piernas, veo la posibilidad de correr velozmente
cual gacelas, por cada camino y vereda.
Cuando miro mis pies, les veo íntegros para mantener el equilibrio.
Cuando respiro, y siento en la piel el roce del viento
me doy cuenta de cuan egoísta podemos ser aquellos, que teniéndolo todo
para ser felices, tan sólo deciden centrarnos en esas cosas que carecen de valor
dándoles el poder para determinen si somos felices o no.
Miro mi entorno y me siento en una cúpula de cristal
una familia, seres que me quieren, amigos.
Y es cuando miro al cielo y le doy gracias a la Divinidad
por ser privilegiado, y al mirar ese entorno sordido me doy cuenta
de cuan feliz puedo ser dándo algo de lo que creo, mucho tener.
La sonrisa de alguien a quien te puedas dar en esencia
la tranquilidad que en un momento puedas brindar a otro ayudandole.