3 de noviembre de 2007

La pasión de un beso...

Dejo tu silueta, alejarse de mis pasos, para ver en la distancia el mundo en que te adentras, dejo que seas tú. Quien por un instante me seduzca, en la noche mas intensa de luna llena.
Entre tus brazos ambiciono, sentirme arropada; protegida; amada y eternamente deseada.
Penetrando ese camino, para juntos fantasear con el sueño voraz que nos carcome.
Entreveo las estancias que deseo penetrar, dejando la estela que debas seguir, en silencio mis ansias de poseerte, no siempre entre las aguas cristalinas en la fuente de vida, no continuamente en tierra entre prados dorados, ni en el cielo entre suaves nubes que sirvan al idílico romance.
Detienes tus paso y en un cerrar de las ventanas del alma, vas en busca del agua calida que refrene tu sed de mi piel, teces que arden de deseo, ante el cielo estrellado, una luna cual farola indica el camino.
Y tú, cual ángel venido de la nada y yo entre tus alados brazos, despierto lo humano que silencias en tu alma.
Nada oscurece en las ansias de los sueños, de mil quimeras anhelantes, toco tu hombro promisorio, volteas tu cuerpo y se desprende por tierra, el ropaje que nos cubre el cuerpo.
En tu cercanía mis manos recorren tus cejas, y beso suavemente tus ojos, periplo cada facción temblorosa de tu rostro delineando los labios, tratando de entreabrirles para dejar el sabor de la miel de los míos.
Contornas mi cintura pequeña, unes tu pecho al mío, y en un abrazo humedecido por el sudor, entre temblores virginales a una pasión nos entregamos.
Tus dedos, cual pinceles absorben de mis poros las formas, me recorren lentamente, cada forma, cada palpitar, en ellos quedan grabados la sutileza de mujer que ama intensamente, y luego en el viento cual lienzo mágico, dibujas mi cuerpo haciéndolo a la vez tuyo, absorbiendo de mis labios el aliento divino.
Temes tocar, del fruto prohibido, sobre ti me reclino cual cresta de oleaje, recorriéndote con las yemas de mis dedos, cada poro de tu piel que emergen en escalofrío, serpenteándote el cuerpo, induciéndote a la lujuria, recorrer tu cuerpo, beber de tu fuente, saboreando su néctar, deleitándonos con el sentir, en cada agitar, mi cuerpo, tus manos, tus deseos mil movimientos.
Ese olor a tierra fértil que exaspera las ansias y las vuelve mas sublimes en su entrega final.

Orgullosa de Ser Venezolana