Cuando en el silencio de la noche me susurras, más allá de los sonidos. Son tus manos que me despiertan en las noches, en busca de avivar mis deseos.Nada más paradisíaco que sentirte recorrerme, capturando gotas de miel sobre mi cuerpo teso y de suave piel.
Es la magia envolvente del tiempo, sintiéndonos anhelantes, marcando la pausa y el ritmo cadencioso, en espera que jamás termine el preludio amoroso.
Penumbra tenue, impregnados de aroma a almizcle, esencia de piel sudorosa, redondeándose en movimientos serpenteantes, en busca de desleírse la piel en una honda flama fiera, negada a extinguirse.
Ese pasaje dejado atrás, dibujado por el ropaje rodado al suelo delicadamente.
La musa transmutada de seductora convertida en pasión ardiente, encendiendo la braza de una hoguera, cuyo resol se transforma en tizón, nutriendo las entelequias, que vuelan entre el apetito de lo real y el sueño diáfano y claro sin consciencia, despertando el instinto de dos deseos que acallan razones.
¿Quién ante tu cuerpo cálido, no desea sentirse una sola piel? ¡Entre abrazos; roces; miradas reticentes; destellos de placer; balidos; besos en los cuales el alma y el sentimiento se entregan en una fuerza inexplicable!
Unos labios, que se impregnan del néctar de tu cuerpo egregio, embelesándose suavemente ante cada espasmo.
Un tiempo de avance y recuas, intentando detener el clímax final, donde el alma se absorbe y la miel de una boca se recoge suavemente.
Tus manos inquietas en mi piel, en la silueta mil rondas dibujados por quien tanto se desea, o se divaga su presencia, en un juego de bisbiseos que se confabulan con los recuerdos y sensaciones, que evocan los instantes mas hermosos del ser.
Recorriendo ese camino de señuelo, donde la magia del amor que se entrega y se recibe dejo de ser un chipotear de sentimientos, transformándose en el despertar del morbo mismo.
Alcaloide dulce en cada palabra induciendo tu cuerpo, despertando ese amor mórbido, deseoso de estallar, en cada caricia que mis manos recorren en ti.
