Noche intensa de calor, sin viento que sople para refrescar la piel,gotas de sudor, que brotan sin razones aparentes
de los poros sedientos de brebajes mágicos.
Un recorrido entre leves caricias, saboreando
mil gotas de miel en mi piel de mujer.
Lujuriosas caricias, que nacen del recinto de tus deseos,
y que se elevan en mi dermis en un sucumbir de resistencia
ante la pasión que me despiertas.
Tiempo de sentirte junto a mí anhelante,
deteniendo el compás de las horas, pues sin prisas te deseo.
Un preámbulo intenso, sin manecillas de reloj que lo refrenen.
Un oleaje convertido en brazos fuertes, que me ciñen a tu piel
atrapándome, como un tsunami en mil emociones.
Nuestros cuerpos en medio de la penumbra de la noche,
enroscados en voluptuosas formas y cíclicos movimientos,
tratando de engullirse por entero.
Un camino sembrando por el ropaje
que hemos dejado caer levemente al suelo,
entre cada deseo de ajar la piel.
