Camino de piedra, con humedad de campo.
Un frío que penetra en los huesos endureciendo la piel.
Ese gentilicio propio que emerge en las ventanas
de un pueblo citano.
Una mujer en la ventana abriendo las persianas
para aclarar la cama, mientras sacude las alfombras.
Dejando que el sol y el viento impregnen la habitación.
Una mirada por la calle, atenta a quien pasa por frente de ella
un cruce de miradas y el saludo aderezado con una sonrisa.
Ese es el pueblo dónde año tras año, viajo para abrazar a mi Madre
que mas que hablar, balbucea entre llanto de nostalgia y alegría
diciendo a todos cuantos me ven "Esta es mi hija que esta en Venezuela",
y a ese Padre que siempre me dice "Llego el rayo de Luz a casa".
Año tras año, recorro sus calles empedradas que tras el paso del tiempo
se convirtieron en avenidas de asfalto.
Dónde antes pastaban rebaños hoy se construyen viviendas.
Un pueblo que recibe de brazos abiertos a sus hijos que regresan
para abrazar a quienes un día, vieron quedarse en tierra tras un breve adiós
que se prolonga en el tiempo y que pareciera jamás concluir.
Muchos de ellos partieron cargados de sueños, tristezas, desesperos, atribulaciones
y regresan sintiéndose completos extranjeros.
Esas raíces que no se pretenden olvidar, permaneciendo como huellas tras el paso de los años.
Muchos jamás verán sus sueños realizados,
pero la esperanza es el aliento que se llevarán consigo.
Ese caminos de piedra, siempre será el Umbral de esperanzas y de sueños del eterno hombre que evoca un mundo mejor, sin pensar el costo y el valor de la distancia.
Y es el tiempo que transcurre, dejando un sendero irrecuperable,
pues la distancia nos vuelve extraños en ese mundo que un día fue nuestro.
Pero siempre existirá esa ventana entreabierta esperando ver llegar a quien aún se ama.
"Un homenaje a todos aquellos que cruzamos una frontera, en busca de un sueño,dejando atrás la esencia de las raíces, que con el transcurrir del tiempo se vuelven
las venas que alimentan los recuerdos."
