13 de junio de 2007

Un pañuelo lleno de sueños

Un mar, una hora en el reloj, un puerto, un destino, una maleta cargada de sueños y esperanzas.
Una promesa de Amor, un hijo que se deja en las entrañas de la mujer que se ama, el tiempo es el único que queda etéreo.
Fecha de partida sin boleto de regreso. Todos los ahorros para ese viaje. Miles de hombres otrora en el tiempo, se aventuraron a ir tras el sueño de la América y fueron llegando tras meses en la mar al destino.
Algunos aventajados en el idioma, otros tan solo haciéndose entender con la mirada, un gesto o algún papel escrito. Así llego mi Padre a esta hermosa tierra en dónde nací.
La constancia, el sueño de un futuro mejor, el carácter férreo, fueron sus armas para disipar sus dudas, sus miedos y sus quebrantos. Y ese pañuelo blanco cual relicario, dónde guardaba una fotografía, una carta que mi Madre puso en sus manos en la partida, sus papeles, y algunos ahorros.
Inicios duros, lágrimas silenciadas, cansancio, arrepentimientos e incertidumbres, amistades que fueron naciendo en la soledad de una pensión, pero siempre en alto el valor mismo de quien lucha por materializar un sueño. Luchas vencidas y perdidas, los años pasan y sus esperanzas aumentan la certeza, de poder traer a su lado el ser que noche tras noche, acompaño sus sueños y por quien ardía en deseo de poder abrazar.
Con la constancia del Guerrero que conoce el campo de batalla, inicia la cuenta regresiva del día tan ansiado.
Esperar el atracar y desembarque del Barco Santa María en el puerto, , dónde miles de familiares venían a continuar forjando el sueño que un día alguien inicio.
Abrazos precedidos de llantos, gritos de emoción y sobretodo maletas ansiadas, cargadas de presentes de algún familiar que en tierras ribereñas quedo.
Esas lágrimas cuando cuentas tus experiencias, son las que siempre seco con mis manos de hija que te ama, esa historia que cuentas entre sollozos y risas estremecen mi alma y me hacen admirarte. De ti aprendí la constancia del guerrero, la firmeza después de la convalecencia. de alzar la cabeza cuando nos duelen los huesos. De ti aprendí la nobleza, la honestidad y sobre todo el valor de la palabra. De ti aprendí la esencia del ser. Y por ti el orgullo de ser tu hija.

Orgullosa de Ser Venezolana