Hoy después de 27 años, pudiera escribir este mismo poema de manera diferente, pues los sueños de adolescente no son mas que eso, la diferencia la marca la certeza de que los cambios jamás vendrán del cielo sino de la lucha día a día por lograr grandes transformaciones.
Cruzarnos de brazos esperando que sean otros quienes conviertan el mundo, mirando desde las bardas la lucha de muchos por ver realizados sus sueños es cosa fácil. Dejar en manos de otros la responsabilidad de un mundo mas humano, es vivir en las nubes de los sueños y de lo hermoso de la poesía.
La vida se compone de retos y luchas, de victorias y fracasos, y hoy el mirar a miles de jóvenes luchando por sus libertades es la muestra misma de ese construir un mundo de cambios. Pero que en el asfalto sean sus huellas las que se marcan, en la ausencia de aquellas que se mantienen lejanas y en la comodidad de una pantalla viendo y gritando tal vez, Viva esa Juventud o tal vez algún tipo de improperios. Lo cierto es que ellos marcan la diferencia de los que son Guerreros, luchadores, y de los que tan sólo de mofan y esperan aún por el Mana del cielo.
En cada huella, en cada mirada, en cada grito, en cada llanto, en cada sonrisa he sen
tido junto a ellos la impotencia y la ausencia de quienes al igual que ellos conforman nuestra sociedad. No he podido aún responder a quienes me preguntaban, dónde esta la demás gente que al igual que nosotros deseamos un cambio, dónde esta esa sociedad, esos adultos que nos han criticado y ahora tan sólo nos dan la espalda. Será que no nos veían cuando caminamos entre ellos, pues eran otros los protagonistas de la protesta, mas sin embargo siempre estuvimos juntos. Ahora es esa Juventud que esta en la linea de combate y somos pocos quienes vamos de brazo de ellos.
“Soñamos ser tomados en cuenta sin tener que estar uniformados”.
