La tristeza amiga mía tiene un fiel compañero, que se hace llamar silencio. Cuando el viste tu alma y tu corazón, es como no desear ver lo hermoso del celeste cielo, ni lo profundo del mar.
Es cerrarte en una bola de cristal tan frágil cual pompa de jabón.
Cuando se esta triste, no se desea hablar ni siquiera ver el arcoíris, los sonidos parecen golpes de martillos en nuestros oídos. La luz suele molestar las retinas, cansadas e hinchadas de llorar.
Se esta triste y se silencia, buscamos un punto distante donde reposar nuestra mirada, y por instantes nos aislamos de los segundos más hermosos que jamás alcanzaremos recuperar.
Nuestros pensamientos se adentran en un remolino, cuyos borden parecen piedras que lastiman, como si el viento veloz agitara mas aún nuestras silentes quejas.
Más aunque nos neguemos a ver que luego del tornado reanuda la calma, aunque llena de destrozos, siempre la luz esta presente tras las noches más oscuras, el mar siempre tornará leve y suave a golpear la roca, el cielo se restablece llenándonos del azul intenso con motas de algodón adornándonos el cielo.
Es cerrarte en una bola de cristal tan frágil cual pompa de jabón.
Cuando se esta triste, no se desea hablar ni siquiera ver el arcoíris, los sonidos parecen golpes de martillos en nuestros oídos. La luz suele molestar las retinas, cansadas e hinchadas de llorar.
Se esta triste y se silencia, buscamos un punto distante donde reposar nuestra mirada, y por instantes nos aislamos de los segundos más hermosos que jamás alcanzaremos recuperar.
Nuestros pensamientos se adentran en un remolino, cuyos borden parecen piedras que lastiman, como si el viento veloz agitara mas aún nuestras silentes quejas.
Más aunque nos neguemos a ver que luego del tornado reanuda la calma, aunque llena de destrozos, siempre la luz esta presente tras las noches más oscuras, el mar siempre tornará leve y suave a golpear la roca, el cielo se restablece llenándonos del azul intenso con motas de algodón adornándonos el cielo.
