29 de agosto de 2007

Añoranzas de niño.

Material fotográfico perteneciente a Alfredo Cedeño
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Miro la basta llanura de mi pueblo otoñal
me veo corriendo por entre calles de tierra
revolcándome en ellas, personificando un corsario
jugando con metras para ganar la Bolondrona.
Contemplava el cielo en el horizonte lejano
y pensaba que en el quisiera volar.
Pasan los años y entre animales crecí
adorando y admirando el serpentear de las culebras,
que mil cuevas construían, para en ellas anidar.
Entre libros me forme cual hombre de sueños
amante del despertar, libre de consciencias
Soñando ver mil rostros sonreír, sin lágrimas en los ojos
sin penurias compartidas, los valores aprendidos
la constancia de los mios, tome por ejemplo.
Jamás pensé que volar entre las nubes, un día no fuera diversión
sino la ruta y el camino de ver convertido un juego de niñez.
Lejos de los míos de ese suelo que añoro
de mi gente y mis raíces hoy soy una voz que unida a otras
tratamos de un eco provocar, con el deseo ardiente del regreso
y a todos ellos abrazar, jartarme un mango maduro de mi pueblo natal
pero jartarmelo con las ansías de niño, con la boca llena de su color
se que debo decir comérmelo y deleitarme. Pero por algo me llamaban
el cabeza de mango del pueblo. Pues comérmelo era hacer agua la boca
del sabor de mi tierra del sabor de un mango maduro a quienes me vieron crecer.

Dedico este poema a una persona especial, que en su destino jamás vio ser lo que es, ni estar dónde esta. A ti, y a cuantos en otros destinos del mundo dejan la huella de un País que emerge en cada amanecer.

Orgullosa de Ser Venezolana