Nadie me ha visto como tú,
y aún hoy me sigues viendo
desbordante de luz y engalanada
del atavío rojo del deseo.
Nadie me ha visto como tú, pues siempre me oculto
bajo el semblante de la apacible calma
has visto las huellas del desamor marcadas
y con manos suaves y ardientes has logrado borrarlas.
Nadie me ha visto como tú
tal como soy, mujer enamorada
pues siempre me han visto como he deseado ser vista.
La mujer de un amor imborrable.
Nadie me ha visto impulsiva y soñadora
como me has visto tú, como me amaste tú
haciéndome olvidar el porte de señora
para estallar en fiera fantasía
Tu has visto los volcanes que creí extinguidos
despertando su furor un día entre tus brazos
El bramar hecho presente
en orgía de fuego y estallidos
Nadie me ha visto como tú, y aún hoy me sigues viendo
nunca nadie descubrió la voz silenciada que tu arrancaste
Nadie como tú dedico sus instantes a vestirse con ropaje de mujer
para descubrir la mujer que llevo dentro.
