Reggae....

Sol, playa y arena

y tu mano junto a la mía,

un sol que insinúa apenas

abrazando el adiós del día

recibiendo esa puesta de sol.

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Ese atardecer luminoso e intenso

que se abre a los ojos de quienes

sentimos el reggae como la tonada

alegre, irreverente, y mágica,

El dulce contornear de las olas del mar.

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Sol, playa arena y una fogata

que da luz y calor a ese arenal

que cambia su color en un ocre.

Donde dejamos el color humano para ser siluetas,

con el fondo naranja de un hermoso atardecer.

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Quien ante un reggae, no se mueve

lentamente pretendiendo seducir

al aire de una playa,

a la brisa que agita la caballera,

y refresca la piel curtida y sudorosa.

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Arena, sol y playa, ese tricolor verde, amarillo y rojo

tornándose en estandarte a los sonidos

que cual eco vuelan hacia la leyenda

que les dio vida, atrayendo el movimiento

de cuerpos que mas que ritual seductor

evocan el movimiento del barco anclado

en la orilla de la Mar.

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Es la hora en que los cuentos vuelan

las risas se abren, ante la alegría de un sentimiento.

Dónde las caricias no son más que artilugios de la danza

que pretenden dar vida a un pueblo.